En la primera mitad del siglo XVII el portugués Antonio Farías de Sáa pidió a un amigo de Pernambuco, actual Brasil una imagen de la Virgen, quien le envió dos. Una era la Inmaculada Concepción, cuya historia es muy conocida porque al llegar a Luján, la carreta se detiene ya que los bueyes se niegan a seguir. Hoy se alza allí la imponente Basílica de Luján. La otra imagen, la Virgen de la Consolación, siguió rumbo al norte, en carreta hasta Córdoba, llegando a Sumampa a lomo de mula.
La imagen tallada en arcilla cocida. La Virgen es pequeña no mide más de 20 cm. de alto y está sentada con el Niño Jesús dormido entre sus brazos. En el año 1670 se la llama Ntra. Sra. de la Consolación.
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